Reseña del libro
Tras
la autoestima. Variaciones sobre el yo expresivo en la modernidad
tardía
Francisco Vázquez
García
Donosita-San Sebastián : Garkoa, 2005
Escrito por Luis Roca
Jusmet
El objetivo del escrito queda bien precisado al final del libro :
"Este trabajo ha querido contribuir, desde la perspectiva de una
ciencia social crítica, al reconocimiento reflexivo del impensado
terapéutico que atraviesa hoy nuestra experiencia moral."
Anteriormente señala : "la filosofía solo puede ejercer el
papel que siempre le ha correspondido como arte de la existencia,
como manera de esculpir formas de vida buena si es capaz de
considerar críticamente estos lenguajes, estas técnicas y los tipos
de subjetividad que producen. De no acometer estas tareas la
filosofía corre el peligro de convertirse en una "tecnología
del yo" de recambio dentro del variopinto mercado actual de las
terapias de la subjetividad, con el consiguiente menoscabo de su
autonomía y la invasión del campo filosófico por una pléyade de
nuevos salvadores de la humanidad." Habla de ciencia social
crítica y también de filosofía. Me parece perfecto, porque pienso
que hay que volver a restablecer este vínculo. La sociología se
constituyó como ciencia emancipándose de la filosofía, cayendo en
el mito positivista de la separación radical de la ciencia y la
filosofía. De esta forma la ciencia social sería objetiva y neutral
y lo demás ("la filosofía") serían simples opiniones
subjetivas. Como ha recordado muy certeramente el gran sociólogo
Immanuel Wallernstein la ruptura entre las dos culturas (la
científica y la humanista) fue el origen de una gran deriva. Es en
la práctica teórica ( como diría Althusser) como encontraremos la
vía para el reencuentro entre ciencia y filosofía. Este libro está
en el buen camino : " Se ha intentado enriquecer la historia
filosófica de la subjetividad con las aportaciones de otras ciencias
sociales." No es de otra manera, porque sabe encontrar el punto
de encuentro ajustado. Apunta a una línea de trabajo muy
interesante, sobre lo que él llama "la subjetividad expresiva".
Intentaré resumir sus sugerentes hipótesis, pero antes quiero
comentar su método. Lo que hace el autor del libro es cruzar varias
tradiciones diferentes en un encuentro que resulta muy productivo
conceptualmente.
Por una parte la hermenéutica de Charles Taylor y
Paul Ricoeur. Por otra las teorías de sociólogos teóricos como
Anthony Giddens y Ulrich Beck. Finalmente los estudios genealógicos
de inspiración foucualtiana sobre el sujeto y la gobernabilidad de
la escuela de sociología inglesa crítica que encabeza Nikolas Rose.
Las tres tendencias son muy heterogéneas, tanto en su metodología
como en sus planteamientos. Es mérito de Francisco Vázquez el
esfuerzo por pensarlas conjuntamente y no entrar en eclecticismos
confusos.
¿ Cuales son las hipótesis que defiende como línea de trabajo el
autor del libro ?
El término "sujeto expresivo" es, en parte, un cuestionamiento de los planteamientos del yo como cultura narcisista que hacen sociólogos como Richard Sennett, Christopher Law o Gilles Lipovesky. No conozco a Lasch, pero sí a Sennett y a Lipovesky. Me parece que Vázquez García tiene razón cuando afirma que esta caracterización del yo de la modernidad tardía como narcisista es excesivamente superficial y simplista. Pero me gustaría añadir que esta crítica es justa en el caso de Lipovesky, que opera inicialmente como un ideólogo de la cultura de la modernidad tardía, siempre desde una concepción muy próxima al sistema, incluso en su desencanto final algo cínico. Sennett, en cambio, me parece más complejo y honesto. La crítica al narcisismo es, en su caso, efecto de una concepción más amplia, de lo que él califica de "declive del hombre público" como transito a la privatización progresiva de lo público. Tiene razón Francisco, de todas maneras, cuando dice críticamente que Sennett cae en una pasión nostálgica por los lazos cívicos y comunitarios perdidos.El recorrido hermenéutico que hacen Charles Taylor y Paul Ricouer le sirve a Vázquez para elaborar una contextualización que despoje al yo de una concepción sustancialista , subrayando su carácter intersubjetivo, lingüístico y narrativo. Al mismo tiempo que le permite evitar una concepción procedimentalista. En este sentido plantean ambos autores plantean que el yo es una construcción personal mediada por el lenguaje y por la tradición. Taylor es el que formulará el término "subjetividad o yo expresivo".Su flanco débil sería una cierta deriva comunitarista-culturalista. Es decir, el dar una excesivo peso a una tradición que se presenta como culturalmente homogénea. La contrapartida que propone con mucho acierto Francisco Vázquez es un análisis más social, entendiendo por tal el estudio de las condiciones materiales y sociales que intervienen en la construcción de la subjetividad. Esto le lleva a la sociología, con la que quiere compensar este excesivo peso de lo cultural en estos planteamientos hermenéuticos. Solo me gustaría plantear un matiz, que es que este comunitarismo me parece más claro en Taylor que en Ricouer. Quizás lo que sobra a Ricoeur son los restos de un cierto personalismo de formación, que le hace caer en un cierto sustancialismo.
Las teorías sociológicas de Giddens y Beck sirven para contemplar los condicionamientos institucionales, familiares y económico-laborales. Tienen la virtud de mostrar como los procesos materiales objetivos de la sociedad intervienen activamente en la formación del yo. También muestran el papel de la cultura psicológica en la formación de este "yo expresivo." Pero lo hacen desde posiciones diferentes. Giddens juega más un papel más ideológico del sistema al señalar estos saberes expertos de manera positiva, como algo que nos ayuda a construir este yo. Beck es más crítico con esta psicologización de la sociedad y señala su función ideológica, que es desplazar lo político hacia lo personal, lo público hacia lo privado. También critica Francisco Vázquez muy adecuadamente que Beck comparte dos defectos de Giddens : una mirada excesivamente totalizadora y una concepción demasiado individualista, que le lleva a diluir la existencia de las clases sociales. Aquí Francisco Vázquez apuesta por la teoría de Pierre Bordieu como corrección a este olvido al formular una teoría fecunda y actualizada de las clases sociales. La hace a partir de a noción de capital, que no es solo económico sino también cultural, social y simbólico. De la misma forma Pierre Bordieu corrige las tendencias demasiado especulativas con un trbajo más empírico.
Finalmente son la red de investigadores de habla inglesa ( History of the Present Research Work) los que aportan los materiales más interesantes para la reflexión. Hay que agradecer aquí a Francisco Vázquez esta reflexión, que por sí sola ya merece un libro. Estos sociólogos ingleses están haciendo, desde hace un par de décadas como mínimo, un trabajo crítico fundamental y casi desconocido en nuestro país. Que yo sepa el trabajo de Francisco Vázquez es la única aproximación seria que se ha hecho en nuestro país sobre esta corriente ( y han pasado ya casi nueve años desde la publicación del libro que nos ocupa). Hay que decir que Nikolas Rose y el australiano Michael Deab son los dos representantes más importantes de esta corriente. Pero sollamente del primero, que yo sepa, circula alguna traducción de artículos en revistas y en Internet. Parten de los últimos seminarios de Foucault sobre la gobernabilidad y las tecnologías del yo. Los estudios, que por cierto son muy originales en el mejor sentido de la expresión, trabajan el tema de la gobernabilidad liberal en relación con la hegemonía de las prácticas terapéuticas. Digo prácticas porque, como bien señala Vázquez, estos análisis se centran más en un análisis tecnológico que discursivo. Incluso el lenguaje se entiende en este sentido, como una construcción de escenarios, un diseño de prácticas y unas relaciones de poder. Las tramas narrativas se entienden en un sentido muy diferente del de la hermenéutica. No es tanto un sistema de significaciones sino una configuración subjetiva a partir de un régimen de prácticas, es decir, una manera de "conducir las conductas". Hay aquí un cuestionamiento de la centralidad del Estado, en la línea abierta por Foucault en sus estudios sobre la microfísica del poder. El método genealógico que utilizan, iniciado por Foucault ( a partir de su particular lectura nietzscheana) analiza los juegos de verdad, las problematizaciones del pensamiento, pero entendido más como práctica que como idea. Hacen una ontología del presente, pero entendido de manera muy diferente de los sociólogos de las grandes teorías ( Giddens y Beck), ya que analizan la heterogeneidad de manera dispersa, ramificada. Son estudios diversos que van encajando pero sin llegar a una coherencia global, a una sistematización. Su metodología no solo está inspirada en Focuault sino que puede remitirse a uno de sus maestros, Gastón Bachelard. Pero básicamente empiezan donde Foucault acaba cuando abandona el modelo bélico, el de la sociedad disciplinaria ( el de Vigilar y castigar) para introducir el modelo de gobierno, lo que Deleuze llamaba la sociedad del control. Ya cuando aparece la sociedad normativa y disciplinaria, basado en el encierro y en el castigo, aparecen estos mecanismos reguladores, que también se ha llamado la biopolítica. Pero en la segunda mitad del siglo XX empieza a aparecer un liberalismo diferente del clásico, basado en la idea de gobernabilidad como facilitación de la responsabilidad de cada cual. Uno debe construirse a sí mismo y el Estado no debe ser paternalista, sino facilitar los recursos para hacerlo. Estos sociólogos ingleses han trabajado sobre el terreno, cuando el neoliberalismo de Tatcher y Reagan ya se habían entrenado en sus respectivos países. Se trata de combinar la actividad reguladora del estado con la máxima libertad del mercado, de la población y de los individuos mismos. Los individuos deben ser competentes, productivos y responsables de sí mismos. La política pasa a lo personal a lo privado: cada cual es responsable de su éxito o de su fracaso. La cultura psicológica se extiende por toda la sociedad de la mano de la psicología humanista de Carl Rogers y Abraham Maslow. El psicólogo es un experto que ayuda a la autorrealización y al crecimiento personal, no tiene pacientes sino clientes. Todos los servicios deben privatizarse y abrirse a un mercado al que acuden para resolver cualquier problema. Se elige el que más nos conviene y el gobierno facilita pero no se inmiscuye. No debe solucionar nada, ya que cada cual el que debe responsabilizarse de resolver sus problemas. Cada individuo elige su vida y si tiene dificultades acude al mercado psi. La conclusión es que las tecnologías del yo y del gobierno actúan de manera paralela y complementaria.
Es muy interesante la reflexión crítica, pero matizada, que introduce Francisco Vázquez García sobre la valoración de todas estas prácticas. Asume la complejidad de la cuestión, su ambivalencia. No se deja llevar por críticas fáciles, como la de decir que son productos nefastos de la deriva narcisista de la sociedad. En esta línea sus planteamientos son similares a los de este grupo. No hay una manipulación de una libertad o de un yo primigenio. La libertad y el yo son construcciones sociales y hay que ver que criterios de valoración utilizamos en la crítica a estos procedimientos. No se trata de satanizar el gobierno liberal y las tecnologías del yo sino de orientar la construcción del yo en relación con el otro y en el espacio público. Vincular esta ética del trabajo de sí con una apuesta política diferente.
En todo caso acabo diciendo que es un buen libro porque abre
horizontes de reflexión política y ética muy interesantes. Solo
haré una crítica. Pienso que falta una tradición que para mí es
fundamental, que es la psicoanalítica. Me parece que no se puede
entender la construcción del sujeto expresivo sin referirse a él
específicamente y sin utilizar su arsenal conceptual. Freud y Lacan
nos proporcionan instrumentos imprescindibles. Y a partir de aquí
podríamos añadir aportaciones discutibles pero sugerentes como la
de Slavoj Zizek. Una sugerencia de utilizar las investigaciones de
otros sociólogos que para mí son claves, como Zymgut Bauman y sobre
Eva Illouz, algunos de cuyos trabajos ( traducidos después de la
edición del libro como La salvación del mundo moderno
e Intimidades congeladas ) son imprescindibles para entender
la hegemonía actual del disucrso terapéuticos. Más que críticas,
sugerencias para seguir este apasionante trabajo.
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