El tiempo apremia
Zygmund Bauman.Conversaciones con Citlai Rovirosa-Madrazo
( Traducción de Elisenda Julibert)
Editorial Arcadia, Barcelona, 2010. 323 páginas.
Escrito por Luis Roca Jusmet
Efectivamente
el tiempo apremia. Y de que manera. Algunos sociólogos imprescindibles
como Immanuel Wallernstein, Richard Sennett o el mismo Bauman, cada uno a
su manera, nos lo recuerdan. Este libro puede servir tanto de
iniciación como de síntesis a la prolífica obra de Bauman. Como dice el
subtítiulo, lo que recoge el libro no es una entrevista sino unas
conversaciones en la que las la socióloga y periodista mejicana Citlali
Rovirosa-Madrazo realiza valiosas aportaciones . Ocho conversaciones,
ocho temáticas, divididas en dos partes. En la primera parte : la crisis
del crédito y el mortífero éxito del capitalismo; el Estado del
Bienestar en los tiempos de la globalización; la función del Estado en
el capitalismo. En la segunda parte: la modernidad y la postmodernidad,
holocausto y genocidio ; política demográfica, el papel de la mujer en
la reproducción en la era de la biotecnología, el fundamentalismo
secular y el religioso en la lucha por el poder en el sigo XXI ; la
inscripción del ADN y la aparición de la genetocracia ; la generación
perdida nacida en plena sociedad líquida.
Muchas
y muy interesantes cuestiones son las que plantea el libro y Bauman nos
ofrece una visión lúcida y singular. Estamos, según su conocida
fórmula, en un capitalismo líquido, que es la sociedad de los
consumidores. De una sociedad sólida de productores hemos pasado a esta
otra, en la que los beneficios no surgen de la explotación de la fuerza
de trabajo sino de la explotación de los deseos a partir del consumo y
sobre todo del crédito. Hay una lógica infernal que lleva a encadenar a
los consumidores a una deuda infinita en un sistema que tan precisamente
define como parasitario. Porque Bauman es una anticapitalista
convencido, aunque no por ello deje de ser un anticomunista. El
capitalismo es un sistema irracional e injusto por su propia
naturaleza., porque acaba destruyendo lo que va creando y que va
agotando todas las reservas planetarias. Pero el comunismo es un
proyecto socialista impaciente que sólo puede conducir a la esclavitud..
Él conoce lo que ha sido "el socialismo real" y ha analizado a fondo el
estalinismo como para no tener reservas en su crítica. Pero no ha caído
como otros en la ilusión del liberalismo. Bauman se define como un
socialista porque sabe que esta sigue siendo la mejor palabra para
definir la lucha del hombre por resistirse a la injusticia y por avanzar
hacia un ideal de emancipación. Tampoco le gusta a Bauman la
socialdemocracia porque sabe que ha sido históricamente una alternativa
de gestión del capitalismo y únicamente ha defendido el Estado del
Bienestar cuando ha tenido su función como reproducción de la fuerza de
trabajo. Era cuando el capital debía mantener la fuerza humana, tanto
para la producción como para el ejército. Pero cuando el Estado del
Bienestar es, como ocurre hoy, un lastre , entonces los socialdemócratas
se convierten en socioliberales, es decir socialistas de nombre y
liberales de hecho.
También considera Bauman que hay que eliminar la falsa dicotomía entre el Capital y el Estado, que siempre han sido excelentes aliados. La función del Estado en el capitalismo es la de movilizar los recursos públicos al servicio de los ricos : la simbiosis Mercado/Estado acostumbra a ser total. Lo que hace hoy el Estado respecto a los pobres es básicamente vigilarlos y controlarlos, no protegerlos. Tampoco hay que olvidar que el Estado nace vinculado a la nación, entendida como una delimitación territorial soberana. La democracia se plantea en términos de autogobierno, en el que los productores son ciudadanos. Pero en la sociedad de consumidores lo que hay son clientes, no ciudadanos. Hay que preguntarse a partir de aquí cual será el destino de la democracia bajo estos planteamientos. En el inicio del capitalismo los negocios se separaron del hogar y hoy se separan de la política. Ya no hay políticos con capacidad de decisión, sólo gestores de los mercados y del dinero que fluye por el ciberespacio global. En este contexto hay un progreso evidente del nacionalismo étnico y del tribalismo como reacción al proceso anterior.
También considera Bauman que hay que eliminar la falsa dicotomía entre el Capital y el Estado, que siempre han sido excelentes aliados. La función del Estado en el capitalismo es la de movilizar los recursos públicos al servicio de los ricos : la simbiosis Mercado/Estado acostumbra a ser total. Lo que hace hoy el Estado respecto a los pobres es básicamente vigilarlos y controlarlos, no protegerlos. Tampoco hay que olvidar que el Estado nace vinculado a la nación, entendida como una delimitación territorial soberana. La democracia se plantea en términos de autogobierno, en el que los productores son ciudadanos. Pero en la sociedad de consumidores lo que hay son clientes, no ciudadanos. Hay que preguntarse a partir de aquí cual será el destino de la democracia bajo estos planteamientos. En el inicio del capitalismo los negocios se separaron del hogar y hoy se separan de la política. Ya no hay políticos con capacidad de decisión, sólo gestores de los mercados y del dinero que fluye por el ciberespacio global. En este contexto hay un progreso evidente del nacionalismo étnico y del tribalismo como reacción al proceso anterior.
Interesante
también la reflexión sobre las utopías en la modernidad y de su
carácter radical ( en el sentido de ir a la raíz y de destruir los
fundamentos). La utopía aparece como sistematización de lo que nos
falta, dándole la forma acabada de un mundo perfecto, que en la práctica
sólo puede conducir a pesadillas, como la Historia nos ha mostrado. La
postmodernidad implica así una crisis de estas utopías que plantean un
ideal de sociedad acabada, sin conflictos ni fisuras, que busca la
perfección. Bauman es tajante en su diagnóstico : por muy terribles que
sean los genocidios no tienen parangón con el Holocausto. Éste
respondía a una combinación de la utopía totalizadora con la
racionalidad burocrática y tecnológica.
Otra
discusión interesante es la que gira alrededor de los derechos humanos,
con los que Citlali Rovirosa-Madrazo se muestra muy crítica porque
considera que se han utilizado como un arma contra las poblaciones
indígenas. Aunque Bauman es más prudente lo que sí nos señala es el
problema de quien los puede garantizar. Si es el Estado se necesita para
hacerlo es necesario el estatuto de ciudadano para reclamarlos y cada
vez hay más seres humanos excluidos, no reconocidos por ningún país.
La
cuestión de la demografía y la reproducción tiene una actualidad
espeluznante. Las políticas demográficas se basan en un paradigma que
contrapone el crecimiento demográfico y el crecimiento económico. En
realidad son los países ricos, con su productividad y consumismo
desmesurados, el principal problema demográfico : ¡ los que sobran son
los ricos !. Hay aquí una transformación del papel de las mujeres, cuya
función originaria en el capitalismo era la reproducción de la fuerza de
trabajo. Cada vez parece convertirse más en una carga, ya que por una
parte la ingeniería genética las puede substituir ( en los países ricos)
y por otra se presenta a las mujeres de los países pobres y de los
excluidos como generadoras de excedentes humanos que sólo pueden
calificarse de desperdicios. Bauman nos recuerda como todas las
distropías ( utopías negativas) eliminan la maternidad ( el paradigma
más claro es "El mundo feliz" de Huxley). El sexo es entonces un
entretenimiento emancipado de la la reproducción. El sexo virtual, losa
contactos rápidos por internet, el sexo de usar y tirar son una muestra
clara. Se quiere eliminar lo imprevisible, lo espontáneo y lo emocional
de nuestras relaciones. Lo que implica un esfuerzo, una satisfacción
aplazada se considera inútil, igual que todo lo desagradable. La
medicina estética y la farmacología contra el dolor y todo tipo de
malestar son las que abren un mercado más apetecible a las
multinacionales farmacéuticos. Entrando en el tema del fundamentalismo
Bauman nos advierte que el peligro no está sólo en la politización de la
religión sino también en la religionalización de la política (
paradigma : Bush presentándose como el defensor del Bien en su lucha
contra el Mal).Tanto la religión cómo el Estado son productos del miedo ,
El Estado, con más precisión, gestiona, alimenta y recicla el miedo
humano. Pero la ilusión es también, como nos señalaba Freud, una
ilusión. En la medida en que es un producto de la incertidumbre humana,
tanto natural como individual, la religión morirá con el hombre, no
antes.
En la última conversación Bauman nos plantea un tema inquietante :¿ Qué será de esta generación Y,
nacida a partir de los años 80 del siglo pasado, en plena sociedad
líquida ? Han vivido esta cultura de lo fácil, lo inmediato, lo efímero,
lo virtual. Pero también en la distancia física del otro. ¿ Tendrán
capacidad para evitar el desastre futuro a que nos conducirá la lógica
destructiva del capitalismo ?
Como
puede verse en todo este análisis el libro no tiene desperdicio. Vale
la pena leerlo y continuar con Bauman, que nos ofrece en cada uno de
sus ensayos un diagnóstico certero del mundo en el que (todavía)
vivimos.
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