viernes, 21 de octubre de 2016

LA VIDA NO ES UNA EMPRESA ( NI UN JUEGO DE NIÑOS)


 


Reseña

Emociones. Las razones que la razón ignora.
25 metáforas de ecología emocional para el crecimiento personal

Mercè Conangla, Jaume Soler y Laia Soler Conangla

Barcelona : Obelisco, 2012

 Normalmente comento libros que vale la pena leer. No tengo tiempo ni paciencia para leer los que no me interesan. Pero esta vez haré una excepción. Esta reseña no es tanto sobre el libro, que no recomiendo a nadie, sino sobre su significado sociológico y político. Para ello recurriré a dos cajas de instrumentos : las que nos proporciona Eva Illouz y Nikolás Rose.
Eva Illouz es una socióloga que ha estudiado a fondo lo que llama la hegemonía del discurso terpaéutico y en este contexto los libros de autoayuda. Todo ello en una lógica de redención que no deja de transformar lo más cotidiano en algo valioso e importante. Es una narrativa que convierte la rutina diaria en algo interesante sometido a una hermenéutica en la que todo puede ser recuperado, en la que las sombras de lo irracional pueden ser iluminadas por la luz de lo racional. Se impone así un discurso articulado por los psicólogos y que está en sintonía con el individualismo del capitalismo: racionalidad instrumental e interés propio. Pero es un discurso de la racionalidad paralelo al discurso emocional que cristalizará en las nociones estrella de inteligencia emocional y de competencia emocional. Es, como dice la autora, el capitalismo emocional, donde los discursos emocional y económico se moldean mutuamente. El axioma del control emocional, de la gestión emocional refleja por una parte la búsqueda instrumental de ganancias y por otra los modos contemporáneos de control social en la escuela y en la empresa. Hay que verbalizar las emociones, hay que hablar de ellas para gestionarlas y para negociarlas.  El código terapéutico combina la competencia moral, profesional y la emocional en el modelo del buen gestor. El buen gestor de una empresa o una institución es el buen gestor de su propio yo. El imperativo es controlar y controlarse. Pero ¿ quien controla, para quién y para qué ? Controla indirectamente gente como la que escribe el libro y lo hace para que nos adaptemos bien a la lógica del sistema. Jaume Soler no engaña a nadie con su aspecto. Sonriente y bronceado, con pinta de ejecutivo de multinacional es, básicamente, un asesor de grandes empresas en el ámbito d elos recursos humanos. Propio del tardocapitalismo que nos describe Richard Sennett y su corrosión del carácter. Pero ya se encarga Jaume Soler que el trabajo precario se vea como una oportunidad y no un desmantelamiento de derechos laborales. Aunque Jaume Soler sabe que su público son los directivos, no los empleados.

CIBERSEXO Y EROTISMO



 







 
Escrito por Luis Roca Jusmet

El otro día apareció en la revista dominical de "El País" un artículo titulado "Enganchados al porno on-line". Algunos elementos me llaman la atención y me llevan a una reflexión crítica.
 La primera es considerar a los adictos al cibersexo como un trastorno de la disfunción sexual. O bien esperar que se incluya en el DSM-V como trastorno hipersexual. El razonamiento psiquiátrico es el imperante y es más ideológico que científico. La psiquiatría es una técnica, no una ciencia y sus bases son ideológicas.Sirve, básicamente para no entender nada de problemáticas como el cibersexo.
 El cibersexo podemos definirlo como el consumo de sexo a través de la tecnología informática. El cibersexo puede ser o no ser una adicción. Tener dependencia no es una adicción porque todo el mundo depende de lo que le gusta. Adicción es cuando una práctica nos domina y nos provoca una relación compulsiva y necesaria.La adicción quiere decir pasar de algo que es contingente a algo que es necesario. Para entender el cibersexo hay que tratarlo desde aspectos sociológicos y psicológicos.
 Un aspecto sociológico  importante es el dominio progresivo de la cultura del nihilismo consumista y teconológico.El cibersexo forma parte de este consumo tecnológico.
 Existe también la cuestión de las adicciones, que se corresponde con lo que el psicoanalista italino Massimo Recalcatti denomina "la clínica del vacío" frente a la "clínica de la falta" de las neurosis. En la  clínica de la falta el conflicto es en relación al Otro y la sexualidad es en relación con el Otro. En las adicciones el partenaire es el objeto adictivo, con el que se intenta tapar el vacío. Esta sexualidad es masturbatoria por definición y se sustenta en la imagen que excita, no en el cuerpo del otro. Es más visual que táctil y sigue el recorrido de la pornografía en revistas-fotos, en el cine, en el vídeo y finalmente en Internet, que es rápido y accesible con absoluta facilidad.